miércoles, 4 de abril de 2012

El oficio de un escritor

La desaparición de un estudiante francés, Romain Lannuzel, en el 2007 es la idea de la que partió la escritora Carme Riera para su novela Natura quasi morta. Han pasado casi 5 años desde que este chico, matriculado con una beca Erasmus en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), no dejó ningún rastro como tampoco lo deja su personaje en la novela.

La realidad se transforma en una novela negra y el campus universitario es el escenario misterioso en el que se mueven las víctimas, en que la muerte sorprende como un ladrón en la noche.
Foto de Juan Guillermo Gaviria Riaño

Carme Riera, catedrática de Literatura en la UAB, conoce muy bien el campus universitario, ha crecido y se ha transformado con él. Sin embargo, como si fuera la primera vez que pisaba el lugar, recorrió con detalle los diferentes sitios imaginados para su novela, intercambió opiniones con los encargados de la seguridad, habló con los estudiantes, con los profesores, visitó la inspección de policía de Cerdañola donde sucede gran parte de la historia novelada.

La novela no se construyó con un golpe de inspiración sino que requirió de mucho trabajo. La imaginación y la creatividad hicieron su trabajo luego que la realidad golpeó a la puerta de la escritora y le mostró el camino a seguir. Dos años de lectura de otras novelas negras para conocer sus difíciles mecanismos, más de tres años de escribir y corregir, una y otra vez, incluso de la versión publicada en catalán a la publicada en español hace poco tiempo.   
Ese el oficio y el trabajo de un escritor, la novela no llega como caída del cielo sino que se construye con esfuerzo, con trabajo, algo que no está muy de moda pero que es la única manera posible de conseguir algo de valor literario donde la vida se manifieste con toda su fuerza y dimensión.  

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