La
realidad se transforma en una novela negra y el campus universitario es el
escenario misterioso en el que se mueven las víctimas, en que la muerte
sorprende como un ladrón en la noche.
Foto de Juan Guillermo Gaviria Riaño |
Carme
Riera, catedrática de Literatura en la UAB, conoce muy bien el campus
universitario, ha crecido y se ha transformado con él. Sin embargo, como si
fuera la primera vez que pisaba el lugar, recorrió con detalle los diferentes sitios
imaginados para su novela, intercambió opiniones con los encargados de la seguridad,
habló con los estudiantes, con los profesores, visitó la inspección de policía
de Cerdañola donde sucede gran parte de la historia novelada.
La
novela no se construyó con un golpe de inspiración sino que requirió de mucho
trabajo. La imaginación y la creatividad hicieron su trabajo luego que la
realidad golpeó a la puerta de la escritora y le mostró el camino a seguir. Dos
años de lectura de otras novelas negras para conocer sus difíciles mecanismos,
más de tres años de escribir y corregir, una y otra vez, incluso de la versión
publicada en catalán a la publicada en español hace poco tiempo.
Ese
el oficio y el trabajo de un escritor, la novela no llega como caída del cielo
sino que se construye con esfuerzo, con trabajo, algo que no está muy de moda
pero que es la única manera posible de conseguir algo de valor literario donde
la vida se manifieste con toda su fuerza y dimensión.