La
voz del poeta argentino Juan Gelman se escucha pausada. Es un sonido cálido, ronco,
que nace en su pecho y que filtra su garganta con esa modulación argentina que
le da un ritmo lento y un sabor particular a cada una de sus palabras, nuevas o
conocidas. “Eres mi única palabra, no sé tu nombre…”, dice al recitar uno de
sus poemas.
“Escribir
poesía es un acto de vida, es mucho más que un acto de escritura”, lo comentó en
uno de los momentos que compartió con el público en su paso por Barcelona. En uno de ellos presentó su último libro El Emperrado Corazón Amora. En otro encabezó el llamado Banquete de Poesía Latinoamericana, una
idea importada de Medellín y donde los comensales compartieron distintos
primeros y segundos platos poéticos además del postre elaborado de palabras.
Uno de los platos poéticos |
Allí
comprendí mejor el sentido de la poesía como un acto de vida, no sólo por lo
que revela y cuenta cada poema sino por esa necesidad de las personas de abrir
su alma, de compartir unos sentimientos
e ideas que la poesía, como un filtro sofisticado, se encarga de elevar a su
mejor y más bella forma de expresión.