martes, 24 de agosto de 2010

Bolívar, la estatua vuelve a la vida

El director de teatro Omar Porras explica cómo gestó 'Bolívar, fragmentos de un sueño', la obra de teatro y música colombiana que recrea la vida del Libertador. Con el escritor William Ospina recuperó los pasos del Libertador para construir un Bolívar que vive en el presente. Después de su inauguración el 18 de junio en Francia y su paso por Barcelona y Colombia, la obra continuará su gira por Europa en septiembre


Foto de Josep Aznar
                      

Bolívar yace en su lecho de muerte. Uniformado como en sus mejores batallas parece escuchar plácido la música llanera que inunda el escenario, “que esta historia de Bolívar es también la historia tuya”, dice el narrador encarnado en Omar Porras, el actor, el director bogotano de la obra de teatro ‘Bolívar, fragmentos de un sueño’. Sus palabras, inspiradas en los textos del escritor tolimense William Ospina, presentan a un Libertador que trasciende el tiempo y que hoy quiere reivindicar su lugar en el bicentenario de la Independencia de Colombia.

El artista bogotano Pedro Quijano pintó el cuadro ‘La muerte del Libertador’ y Porras lo trasplantó y recreó en el escenario para iniciar la narración de esta obra teatral que no pretende una reconstrucción histórica de la vida de Bolívar sino la puesta en escena de algunos de sus momentos vitales, de un Bolívar que se resiste a ser tratado como una simple y sucia estatua de piedra. “Me di cuenta que nuestro Libertador se convirtió en una estatua hipócrita y silenciosa”, reflexiona Porras.

Tal vez por eso aceptó el reto de bajar de su pedestal a esa estatua cagada por los pájaros, de arrancarlo de las pinturas y de las páginas polvorientas de los libros para devolver a la vida a un Libertador que tuvo grandes aciertos pero también grandes errores. “No lo juzgamos. Más que hacer un fresco histórico, se trata sobre todo de encontrar a Bolívar el hombre de hoy en día, el hombre cotidiano, el hombre quizás del presente”, dice Porras minutos antes de su presentación en Barcelona.

Y ese Bolívar del presente se aventura en el 2010 a leer su Carta de Jamaica en el marginado barrio El Cartucho de Bogotá ante la indiferencia y el cansancio de los indigentes que terminan echándolo a patadas y arrinconándolo en una calle oscura como a cualquier ilustre desconocido. “Mi manera de interrogar a Bolívar –añade Porras- es mi manera personal. La obra de teatro no es para encontrar la verdad”.

Porras construye un Bolívar polémico que como si estuviera en plena campaña libertadora cuestiona la sumisión del Hombre actual: “Ustedes están acostumbrados a la esclavitud porque la servidumbre se vuelve costumbre”.

El narrador recorre la obra con la suficiencia de un demiurgo que une pasado con presente, lo real con lo mítico. “Bolívar está muy ligado a los mitos. Por ejemplo, en él se encuentra el mito de Moisés. Como él subió a la montaña a buscar una ley para su pueblo y cuando bajó fue traicionado, criticado”, dice Porras que acompaña sus palabras con los sonidos que le arranca de manera desprevenida a su rascador musical.

Con William Ospina recorrió durante más de 2 años los pasos de Bolívar por Europa y América, pasaron por selvas y ríos, profundizaron en la región del Orinoco y del Llano y rescataron no sólo algunos de los mitos presentes en la vida del Libertador sino también la música que llevaba en sus entrañas. “Hicimos un viaje musical por donde Bolívar ha podido pasar. Bolívar el caribeño, el hombre que se crió en las montañas a caballo, llevaba la música por dentro. Y era imposible hacer una obra de Bolívar sin un paseo, sin un pajarillo, sin un ritmo llanero, sin un ritmo caribeño básico”.

Los monólogos de Simón Rodríguez, maestro de Bolívar; del prócer Francisco Miranda; de Manuelita Sáenz y de otros personajes se combinan con el folclor de la Costa Pacífica o Atlántica, con la música llanera o vallenata. El Hombre de las Dificultades se encarna en este escenario en los hombres y mujeres latinoamericanos que reivindican su canto moderno de “yo soy rebelde porque el mundo me ha hecho así…”, que luchan por su sobrevivencia y por romper las cadenas de la esclavitud.

Por eso la estatua de piedra del Libertador termina rota y destruida en el suelo y en su lugar resurge, como en un sueño mítico, el Bolívar de hoy, el de carne y hueso que se levanta de su tumba para compartirnos los ‘fragmentos de un sueño’.


CALENDARIO 2010 - 2011

• Suiza - Meyrin. 28 septiembre al 10 de octubre 2010
• Francia - Chambéry. 14 y 15 octubre
• Francia - Annecy. 19 al 21 octubre
• Mexico - Guanajuato. 28 al 30 octubre
• Francia - Villefontaine. 9 y 10 noviembre
• Francia - Nantes. 17 al 20 noviembre
• Suiza - Monthey. 1 diciembre
• Japón - Shizuoka. Verano 2011

jueves, 19 de agosto de 2010

En recuerdo de Saramago

Hace un poco más de 4 años tuve la fortuna de entrevistar o, mejor, de charlar con el escritor portugués José Saramago. Faltaban pocas semanas para las elecciones presidenciales de Colombia y algo más para las correspondientes de México. Por eso la charla se centró en esos temas. Hoy en recuerdo y honor al maestro muerto quiero que ésta sea la primera nota que publico en el blog.


José Saramago habla un español lento, pausado, con un sabor portugués que mastica en cada una de sus palabras. A veces parece que su voz se pierde en un giro ininteligible, luego reaparece con contundencia para golpear con toda la fuerza de sus ideas.

Su compromiso siempre ha sido con las palabras, con las que escribe y las que pronuncia. Siempre está dispuesto allí, donde hay una causa que requiere su ayuda, en una plaza pública o frente a un auditorio de estudiantes que como los de la Universidad Autónoma de Barcelona escucharon su charla anecdótica y seria sobre las relaciones entre autor y traductor que en su caso es su esposa, la española Pilar del Río.

Luego de los aplausos parecía cansado, “no tengo tiempo para nada ni siquiera ahora”, pero como un maestro de clase que entra en confianza con sus alumnos accedió a hablar unos minutos de la política latinoamericana y, en especial, de la colombiana, de las próximas elecciones presidenciales, de las FARC e incluso de los indígenas americanos.


¿Cómo analiza las próximas elecciones presidenciales en Colombia?

Es una coincidencia pero es así, yo hice una declaración de apoyo a Carlos Gaviria que ha sido leída en el mitin de la plaza de Bolívar por Laura Restrepo. En este momento, según tengo información, Carlos Gaviria está con el 24%, lo que sería importante es que se acercara más, todo lo que pudiera, a la intención de voto de Uribe y que en la segunda vuelta, si hay una segunda vuelta, si Uribe no llega al 48 o 49 %, Carlos Gaviria pudiera realmente encadenar un movimiento de opinión que lo llevara a la presidencia. Yo creo que Carlos Gaviria sería, como lo he dicho en esa declaración por lo que sé y conozco de él, el presidente que Colombia necesita.

¿Qué pasará si sigue Álvaro Uribe en el poder con respecto a los procesos de paz con los grupos guerrilleros?

Bueno no sé lo que pasará, lo que Álvaro Uribe ha hecho hasta ahora, en el fondo, es dialogar con los paramilitares, que algunos de ellos se han desarmado y todo esto no sabemos por cuánto tiempo pero el problema central se mantiene intacto. En primer lugar está el problema de los secuestrados, es decir, las FARC no pueden estar viviendo del secuestro, eso no tiene ningún sentido. Hay gente secuestrada hace 7 años y no han cometido ningún crimen, ¡secuestrados durante 7 años como si estuvieran en la cárcel!, eso tiene que resolverse.

El problema de la necesidad de cambio no sólo es del estado colombiano, es también de la guerrilla. En primer lugar tiene que decir qué es lo que quiere realmente, además vivir del secuestro y del narcotráfico no me parece algo muy digno de un guerrillero. Los que llamábamos guerrilleros eran gente con una dignidad personal e ideológica y todo eso yo no le encuentro en (sic).

En los diálogos con la guerrilla, en ocasiones falta una persona que una a las partes. ¿Usted estaría dispuesto a servir de puente entre la guerrilla y el gobierno?

Mire, si yo pensara que eso tendría alguna utilidad lo consideraría como algo de lo más importante en toda mi vida, pero no pienso que eso (sic). Lo que se necesita es sentido común.

Latinoamérica vive un proceso de cambio a la izquierda. ¿Cree que esto se dará tarde o temprano en Colombia?

Puede ocurrir, pero hay algo que puedo decir, por otra parte, que desde mi punto de vista es importantísimo: la emergencia con los indígenas. Yo creo que América, América hispánica por llamarla así, cambiará cuando las comunidades indígenas tengan la importancia que deberían tener. En el fondo los indígenas eran los más antiguos, los dueños de la tierra, y han sido expoliados, robados, humillados, todo eso. América tiene que cambiar, no para quedarse en una apariencia de cambio que tiene que ver con cambios políticos, ideológicos de los que efectivamente gobiernan. Es, sencillamente, tener en cuenta la insistencia de la comunidad indígena que lleva hace 500 años sufriendo y sufriendo y sufriendo, caso de Guatemala, la población es 50% maya y ¿qué presencia tienen ellos en la vida de Guatemala? Ninguna.

Pero América ya está cambiando

Está cambiando, claro, pero mira lo que está pasando en Chile con los mapuches. En este momento están unos cuantos en una huelga de hambre porque se les aplica una ley antiterrorista que es una cosa extraña. Los mapuches no quieren robar, su territorio histórico está reducido 6 o 7% de lo que había antes. Benetton, las multinacionales han robado todo aquello con la complicidad no quiero decir, con la indiferencia con algo que no me parece muy recomendable pero está (sic). Y llevar creencia (sic), es decir, que los respeten, la reivindicación, a lo mejor no quieren que se les devuelva el territorio.

También hay elecciones presidenciales en México el 2 de julio, ¿qué piensa de este proceso?

Creo que está claro para todo el mundo que México necesita una vuelta, que se transforme porque los candidatos serían en el fondo más de lo mismo y México ya está harto de más de lo mismo: corrupción política, toda la forma del caciquismo de gobernar, no sólo del estado central. Se necesitaría una revolución en la mentalidad, no estoy hablando de revoluciones largas o militares o insurrección civil, no hablo de eso, hablo de una revolución de la mentalidad mexicana. Yo conozco a López Obrador, creo que sería un buen presidente para México. Él podría abrir el tiempo y el espacio para esa revolución, que si alguna vez ocurre no será de la noche a la mañana, es un trabajo lento, de generaciones, pero si el pueblo mexicano encuentra el líder consciente, honesto, que rechace y elimine la corrupción del cuerpo social mexicano pues sí está en el pueblo.

Si gana López Obrador, ¿se fortalecerá aún más la izquierda en América Latina?

Sí, cierto, pero cuando yo oigo decir izquierda no sabemos de qué estamos hablando. La izquierda europea, por ejemplo, en el fondo hace política, sobre todo en lo económico, de derecha, el problema está ahí.

¿Qué piensa de la actitud de los intelectuales en los cambios que se suceden en América Latina?

Los intelectuales están muy callados. Hay excepciones, naturalmente, pero no me doy cuenta que haya en este momento una presencia y opinión de los intelectuales latinoamericanos a la altura de lo que a mí me parecería necesaria porque América Latina está en un proceso de tal forma interesante, que es lo mínimo que se puede decir, y que puede sustituirse por la palabra apasionante. Me doy cuenta que los intelectuales de los distintos países están como si esperaran a que todo se resuelva para luego, no lo sé, no es que los intelectuales tenga siempre la razón porque no la tienen pero llamaría la atención, movería las conciencias. Yo, por otra parte, no tengo que estar dando la opinión sobre lo que hacen los demás.