martes, 14 de septiembre de 2010

“Hay que desmitificar a los niños”

El próximo 15 de noviembre es la fecha límite para la entrega de las obras (cuento o novela) al XVI Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Norma-Fundalectura 2010

El año anterior, en Barcelona precisamente se hizo una interesante reflexión sobre esta Literatura, en las Primeras Jornadas de Literatura Infantil y Juvenil en la Casa América Cataluña. Allí participó el escritor bogotano Evelio Rosero que además se enfrentó a las preguntas de numerosos niños que no sólo habían leído algunas de sus denominadas obras juveniles sino que tuvieron el gusto y el valor de representarlas frente a él.

Rosero piensa que los niños son seres humanos que sienten y sufren como un adulto a quienes no se debe embaucar con cuentos de hadas y bosques encantados que nada tienen que ver con su realidad. Con él conversé de estos temas y ésta es la entrevista que les comparto.


Cortesía Casa América Cataluña


 El Diablo visita a Dios. Se la ha caído uno de sus dos cachos y quiere que Dios le haga el milagrito de pegárselo de nuevo en su cabeza. Dios no lo puede ayudar, confiesa que ya no tiene el poder de antes, además está resfriado y con hambre. La solución: ir a un restaurante a la Tierra. Un pato asado los espera, también muchos líos, los dos acaban en la cárcel y perseguidos por la policía aunque al final quedan libres de toda culpa y con el ánimo dispuesto para comerse un buen caldo de cachos de Diablo, jugar ajedrez y escuchar las poesías que Dios declama en voz alta.

Los aplausos se escuchan en el auditorio, los niños del colegio SES El Vern de Barcelona finalizan la presentación de esta obra de teatro, ‘Ahí están Pintados’, del escritor bogotano Evelio Rosero Diago. El motivo: las Primeras Jornadas de Literatura Infantil y Juvenil Latinoamericana en la sede de Casa América Cataluña.

Evelio mira satisfecho la actuación de los niños. “Yo creo que hay que desmitificar a personajes como el Diablo, como Dios. Lo hice como una especie de rebelión porque cuando era niño vivía perpetuamente asustado de los cuentos sobre el Diablo con los que los adultos pretendían acostarnos o amedrentarnos para que no molestáramos o no pensáramos, para que no fuéramos libres. Esa especie de rebelión, creo que es la que he trabajado en mis temas para enseñar a los niños a ser más libres y a no dejarse encadenar por el mundo del adulto”.

También piensa que hay desmitificar al niño: “El niño es un ser humano que padece y sufre tanto como cualquier otro adulto y esa literatura para niños de ángeles, donde el niño está siempre ensoñado en un bosque encantado, para mí es deprimente, no es verídica y está mandada a recoger. Muchos escritores creen que escribir para niños es repetir cuentos de hadas y me parece que están haciendo mal, los niños sufren y aman, también sienten el deseo vital, la sensualidad. Yo sólo le pido a quien me escuche que piense en su propia infancia, en su primer amor, eso es tan intenso como el enamoramiento de cualquier adulto”.

Un día, cuando tenía 20 años, Evelio recibió la visita sorpresiva de sus sobrinos que le indagaron sobre la larga ‘carta’, una novela en realidad, que escribía. Con su curiosidad infantil, la tomaron entre las manos pero ella no les inspiró más que un bostezo. Eso significó para él un reto, escribir textos que los distrajera cuando visitaran a la abuela, así surgió su primer libro de cuentos para niños, ‘El Trompetista sin zapatos y otros cuentos para poco antes de dormir’.

Sus sobrinos crecieron y Evelio aún escribe estas historias infantiles y juveniles: “Me cuento esos cuentos, esas historias que yo hubiese querido soñar y leer cuando era niño. Yo creo que es ahí cuando aparece un cuento como ‘La Pulga Fiel’, ‘El Regreso del Mago’, la misma ‘Cuchilla’, que ya es una novela para preadolescentes, o ‘Pelea en el Parque’. Son recuerdos de infancia, una memoria de mi época de niño que yo he recreado a través de la Literatura y que yo no sé porqué mecanismos inconscientes, literarios, la escribo con esa ensoñación juvenil, infantil y por eso mismo se origina un lenguaje transparente que es lo que yo considero diferencia a la literatura para niños de la literatura para adultos: no hay compromisos ideológicos, no siento barreras académicas, de información, históricas, me libero de todas estas ataduras del mundo del adulto para acceder a una literatura plenamente veloz y transparente, liviana, que llega al corazón del hombre, a todos los públicos”.



Cortesía Casa América Cataluña


El ganador del prestigioso premio del diario inglés ‘The Independent’ (su novela ‘Los Ejércitos’ fue escogida como el mejor libro de ficción traducido al inglés durante 2008) prefiere no referirse a la Literatura Infantil, cree que no existe, en su lugar escoge el término ‘Literatura Transparente’, es decir, la Literatura para todos los públicos. Él piensa que la Literatura es una sola, lo demás son inventos comerciales: “Ya lo decía Borges que esto es una invención de las editoriales a mediados del siglo XX que pretendieron abrir como un campo comercial exclusivamente dedicado a los niños. Por ejemplo, Melville no pensó que estaba escribiendo con ‘Moby Dick’ una novela para niños, sencillamente escribió ‘Moby Dick’, igual Julio Verne y otros grandes escritores que ahora los leen los niños no escribieron pensando en dedicar, dirigir su obra a niños”.

Evelio Rosero tampoco lo hace, simplemente escribe un tema por el interés que despierta en él. Luego encuentra el tono, la forma y el lenguaje más adecuados para contar esa novela o cuento. Cuando el resultado es un tipo de ‘Literatura para todos’, “el trabajo de lenguaje es distinto porque siento que trato de acceder a un lenguaje transparente donde no recurro a experimentaciones lingüísticas o metafóricas que sí me asoman cuando trabajo un texto erótico, por ejemplo, o simplemente de reflexión”, explica.

Sus primeras tres novelas: ‘Juliana los Mira’, ‘El Incendiado’, y ‘Mateo Solo’ trabajan el mundo de la infancia y la adolescencia aunque para su autor no son textos que precisamente le interesen a un niño. “Eso quiere decir que no son novelas dirigidas a los niños, ahora bien puede existir un niño que lea esas novelas. Yo tenía 10-12 años cuando leí ‘Madame Bovary’, sin embargo me interesó tanto su tragedia como, al mismo tiempo, la lectura de ‘Viaje al Centro de la Tierra’, ‘20 mil leguas de viaje submarino’, creo que en eso radica la diferencia, en la llegada del libro a determinado público”.

Confiesa que el libro que siempre recomienda en los talleres para niños es ‘El Coronel no tiene quien le escriba’ que piensa puede ser leído, sin problemas, por un niño de 8 años sin que sea un libro para niños. “Fíjate la ironía, ese libro está escrito de una manera tan clara, tan precisa, que puede ser degustado por un adulto o por un niño”.

Al hablar de ‘Literatura Transparente’ recuerda que el primer libro que lo deslumbró de niño fue ‘Robinson Crusoe’, de Daniel Defoe. Luego siguieron las obras de Julio Verne, de Jack London.

De los autores de Colombia reconoce que no se sintió atraído por Rafael Pombo, aunque sí por el escritor manizalita Arturo Suárez quien publicó una serie de textos sobre leyendas de Antioquia. Precisamente, en una de ellas el diablo pierde a los naipes con un arriero. Ese tipo de historias lo influenciaron, lo mismo que las contadas por el escritor italiano Emilio Salgari, así como las ‘novelas para adultos’ de los escritores rusos del siglo XIX (Dostoiewsky, Turgueniev, Gógol, Tolstoi, entre otros) y de los autores del boom latinoamericano.

Con estos maestros literarios y su trabajo incansable aprendió el oficio de escritor, a ensamblar y contar historias, a construir un camino muy personal en la Literatura. “Las intenciones moralistas, la conclusión de enseñanza, no me parecen adecuadas. Yo creo que no busco enseñar, ni moralizar con mis cuentos, sencillamente mostrar una realidad, un aprendizaje, una experiencia que yo tuve o que imagino y comunicarme con ese ser espiritual que todavía no ha sido contaminado y que se llama niño”.

Él que ha ganado y sido nominado por muchos de sus libros ‘infantiles y juveniles’, hoy siente el vacío de no poder escribirlos: “Hace tiempo que no escribo para niños, he perdido esa alegría, yo quisiera volver a sentir ese entusiasmo de sentarme a escribir de esa manera y no me llega, no sé qué ha pasado, seguramente la misma realidad del país. Fíjate en ‘Los Ejércitos’, en ‘El Lejero’, son novelas ubicadas en la Colombia de hoy, el dolor del país que me ha avasallado, yo no sé si precisamente por ese dolor ahora me es imposible escribir para niños”, concluye.