jueves, 9 de diciembre de 2010

¿Quién dijo miedo?

Hace pocos días me invitaron a ver en Sant Cugat el documental Quién dijo miedo que habla del golpe de estado que sucedió el año anterior en Honduras.

En la madrugada del 28 de junio del 2009, el ejército hondureño utilizó sus balas y fusiles para irrumpir en la casa del entonces presidente Manuel Zelaya.  Las fuerzas estaban desequilibradas y el presidente, aún vestido con su pijama, fue conducido como un condenado al exilio.

La proyección muestra el punto de vista de la resistencia, de aquellos que no quisieron callar y aceptar a otro presidente diferente del que ellos habían elegido y no por un mero capricho. Zelaya encarnaba la oportunidad de una mayor participación democrática y lo tumbaron con la acusación de haber convocado una consulta ilegal al pueblo hondureño, de querer preguntarle, el mismo día que lo asaltaron en el palacio presidencial, si quería incluir en las elecciones generales de noviembre la llamada cuarta urna para votar un referéndum y cambiar la constitución por medio de una Asamblea Constituyente.

Los partidarios de este asalto dirán que era necesario  y legal, que Zelaya había vulnerado la constitución de Honduras y que los militares hicieron lo que tenían que hacer.  La verdad tiene muchas facetas pero es claro que esta versión de la historia es difícil de sostener.

El día del documental conocí a Joel, un miembro de la resistencia hondureña, que como a muchos le tocó exiliarse de su país porque le cerraron todas las puertas por su apoyo a las ideas de Zelaya.  Otros tuvieron menos suerte, murieron o terminaron encarcelados en sus intentos desesperados de gritarle al mundo lo que allí había sucedido y todavía sucede.

El golpe dividió a la sociedad hondureña y este documental que invito a observar (se puede descargar por Internet) hace una crónica de estos hechos. Honduras, como un moribundo en la sala de operaciones, yace aún con sus heridas abiertas y prácticamente aislado de la comunidad internacional en espera de encontrar su propio camino hacia una mayor democracia.  

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La muerte de Fernando Garavito

El lunes pasado me enteré de la muerte de Fernando Garavito. A él lo conocí en el año 1988 cuando fui a buscar empleo al periódico La Prensa, de  Bogotá. Recuerdo que me sacudió con su voz que parecía regañona y me mandó a la segunda planta de la casa del barrio La Macarena donde estaba el subdirector general de La Prensa, Augusto Calderón, que definía las vacantes disponibles en el área de deportes.


Yo, con mis recordados compañeros de deportes, escribíamos los artículos en unos computadores situados al lado de una chimenea apagada y cerca de tres metros más adelante estaba él, Fernando Garavito, a quien miraba de reojo o de manera sorprendida cuando escuchaba una de sus famosas admoniciones a los redactores del suplemento Vivir. Pero Garavito, como se le decía para ahorrar palabras, era más que el maestro que no perdonaba una coma en falso ni una noticia extraviada en el sistema que no hubiera llegado a sus manos.

Él, con sus chalecos y su camisa a juego con el pantalón, era un hombre elegante no sólo en su forma de vestir sino de actuar. Un hombre comprometido con su oficio de periodista, con las palabras que redactaba de una manera singular, que mezclaba en un verdadero tren de sinfonías y colores.

Recuerdo su risa que dejaba al descubierto al hombre bueno, a la verdadera persona detrás de esa imagen por momentos huraña que desataba un verdadero huracán a su paso cuando consideraba que las cosas no marchaban bien.

En alguna ocasión me lo volví a encontrar en el diario El Espectador y me dijo que ya estaba de salida del periodismo, aunque la verdad es que nunca estuvo de salida porque el periodismo lo era todo para él y él, de alguna manera, también lo era todo para el periodismo.

Por eso siempre se mantuvo firme, con sus convicciones y críticas hasta el último día de su vida que siempre concibió en primera línea de combate aunque para ello haya tenido que exiliarse de Colombia.

Quienes fuimos tus alumnos y compañeros de trabajo no te olvidamos, tampoco otros lo harán.

Gracias, Fernando.

viernes, 15 de octubre de 2010

La fuga del premio Nobel

El profesor de Literatura Liu Xiaobo sigue entre rejas en China. El Nobel de la Paz que recibió hace pocos días no lo ha librado de ese encierro forzado, una prisión merecida para las autoridades chinas y muy injusta para quienes ven en él a un luchador por los derechos humanos y políticos en su país.

En 1989 algunas personas que estuvieron en esa histórica plaza de Tian’anmen recuerdan su participación activa en aquella protesta de estudiantes que terminó cuando los tanques rompieron cualquier disidencia y gritos en contra del sistema. Dicen que Xiaobo salvó a muchos estudiantes dado que consiguió que muchos abandonaran este lugar antes de ser víctimas de la represión.

Gao Xingjian, el premio Nobel chino de Literatura en el año 2000, que como Xiaobo es un innombrable en la China oficial, escribió muchos años después La Huida, una obra de teatro que recrea estos sucesos de Tian’anmen.

Sobre esta obra y otros temas relacionados conversé con Gao Xingjian cuando visitó Barcelona en marzo del 2007 para presentar su libro Contra los Ismos. Esta conversación tiene relación con lo que vive en la actualidad su país y padece el actual premio Nobel de la Paz. Por eso la rescato del baúl de los recuerdos y la comparto en este blog.

Cortesía David Ruano

“Se oye el ruido ensordecedor de los tanques avanzando en fila india sobre el asfalto envueltos por la oscuridad. No muy lejos, las metralletas y fusiles de asalto disparan sin cesar”, escribe Gao Xingjian en las primeras líneas de su obra de teatro La huida con que se inicia Contra Los Ismos, su último libro traducido al español.

La narración se dirige a una calle en ruinas, aparecen los personajes, una pareja de estudiantes y un adulto, se refugian en un sitio derruido, plagado de desastre. Allí llegaron luego de huir de los disparos que colmaron la plaza principal de la gran ciudad. Es un lugar oscuro, inseguro, el agua se filtra por todas partes, la muerte se esconde en cada rincón. Y en medio de ese desfiladero surgen dramáticos diálogos que parecen las últimas palabras de los condenados a muerte, “si abren fuego, ya no habrá vuelta atrás”, dice la aguerrida joven que no pasa de los 23 años.

De esos condenados que murieron, de los condenados que se salvaron escribió Gao Xingjian, de esa realidad que lo golpeó como una de las ráfagas que destrozaron las entusiastas formaciones de estudiantes aquel 4 junio de 1989 en la plaza de Tian’anmen en Pekín. “Creo que la Literatura, incluida la ficción, no tiene valor si no despierta lo real de la vida. Para mí es revelar el testimonio de la existencia humana”, dice Gao en un francés que pronuncia con naturalidad gracias a sus 20 años de exilio en París. Desde allí anunció a los pocos días de la masacre que renunciaba a pertenecer al Partido Comunista de China. Sus autoridades tildaron la obra de reaccionaria y lo declararon ‘persona non grata’.

No era la primera vez que tenía problemas con ellos. Otra de sus obras de teatro, Parada de autobús, fue considerada profundamente antisocialista y perniciosa para China. Lo mismo que La otra orilla a la que sólo se permitió su representación sin diálogos.

Gao es el Innombrable en su país. La distribución de sus libros está prohibida y su nombre no aparece en la lista oficial de los escritores chinos. El premio Nobel de Literatura del año 2000 tampoco lo ha salvado de ese extraño anonimato. Es como si no existiera o hubieran borrado sus pasos, el registro de su reclusión a los 29 años en un campo de ‘reeducación' donde tenía absolutamente prohibido escribir. Él escribió de todos modos, escondía los papeles en macetas, bajo la tierra o la estera de paja de su colchón, los quemaba y volvía a escribir, una u otra vez, así comprendió que, de verdad, había comenzado a convertirse en escritor.

Su lucha ha sido siempre solitaria, se resiste a ser clasificado, sometido, a no tener una expresión propia. Por eso piensa que la huida es la única salida. “En la vida nos encontramos en una huida permanente. Si no huimos de la opresión política huimos de los demás, y por si fuera poco, debemos huir también de nosotros mismos en cuanto nuestro ego se despierta, a pesar de que al final es precisamente de este ego de lo que nunca logramos desprendernos. Éste es el drama actual de la gente”, escribe en otra de las partes del libro Contra Los Ismos que incluye ensayos sobre el teatro y el individuo.

Cortesía David Ruano

¿Por qué el título del libro? “Los ismos son pensamientos fijos, inamovibles, vinculados a intereses, pero detrás siempre hay un trasfondo político, no es un auténtico libre pensamiento. El quedarnos bloqueados por algunos ismos ideológicos implica un compromiso político muy fijo, hace perder la independencia intelectual del escritor. Pienso que los grandes escritores van más allá de la ideología, incluso los que se dicen comprometidos. Si algunos tienen una obra más importante es porque ella ha ido más allá de la ideología”

Él está seguro que como escritor es apenas un testigo, un hombre que sólo tiene la fuerza de su testimonio que no cambia las cosas. Sin embargo, parece que las autoridades chinas no piensan lo mismo.

“Eso es problema de las autoridades. Pienso que la Literatura puede formar a la gente, despertar la conciencia humana, pero no puede cambiar al mundo, eso es imposible, además ¿quién puede cambiarlo?”.

Con esa conciencia escribe cada día, casi sin descanso, como cuando estaba recluido en un centro de reeducación y la escritura era su mayor acto de rebeldía. Él es como el personaje del adulto en La huida quien en diálogo con el joven, que le reprocha su falta de compromiso con el movimiento estudiantil, le responde “no tengo ningún interés en convertirme en una carta en manos de otra persona y que jueguen conmigo. Debo mantener mi propia voluntad, independiente e inamovible. ¡Por eso tengo que huir!”

Por eso huyó de China así como otros escritores en el mundo lo han hecho de sus países, caso de Latinoamérica. ”A menudo en los países latinoamericanos hay un poder totalitario y los autores tienen que acercarse a dificultades que, con frecuencia, se parecen a las chinas. Hay muchas guerras, violencia, lo que ha marcado esa literatura, aunque los grandes autores latinoamericanos, con relación a los autores chinos del mismo periodo, tienen más libertad de expresión y su literatura es mucho mejor que la China donde ha habido mucha censura. En América Latina, además, si uno está prohibido en un país puede saltar a otro y seguir escribiendo”, dice

Gao ya no tiene que esconderse para escribir. Confiesa que ahora sí es feliz aunque ha sufrido mucho. Como cuando le diagnosticaron equivocadamente que tenía cáncer de pulmón y en una especie de reencuentro con China viajó cerca de 15.000 kilómetros por los bosques del sudoeste, donde además se protegió de los rumores que le advertían de su encarcelamiento en una granja prisión por su obra de teatro Parada de autobús. Como un personaje más compartió las leyendas, cuentos, canciones y costumbres que plasmó en su gran novela, La montaña del alma. 7 años de trabajo, de búsqueda de un lenguaje, de mezcla de fábulas, de apuntes de viaje. Él defiende esta experimentación, el uso de nuevas técnicas que ayudan a revelar mejor la vida.

Él es una especie de artista renacentista que además escribe cine, opera, danza, poesía, teatro y pinta acuarelas, como la que realizó para la portada de Contra Los Ismos, con las que se ganó la vida durante muchos años.

¿Volverá a China algún día? “China es la que no quiere saber de mí”, dice con simpleza, sin un asomo de tristeza, mientras tanto él sigue huyendo porque, como él mismo escribe, “huir es reclamar la existencia, de otro modo, si uno no muere prisionero en una jaula, es destruido por la lengua de las masas”.

jueves, 7 de octubre de 2010

Literatura colombiana en Biblioteca de Cataluña

Esta biblioteca abrió sus puertas a la exposición Colombia: una Literatura, un País que finalizó en días pasados. 

Foto de Ricard Marco Muñoz

El recorrido presentó distintas etapas y corrientes de la literatura colombiana, principalmente del siglo pasado. Autores como José Manuel Marroquín, Juan Rodríguez Freile, José Asunción Silva, José María Vargas Vila, naturalmente Gabriel García Márquez, el único premio Nobel de Literatura que ha dado Colombia por el momento, así como otros escritores más contemporáneos como Andrés Caicedo, la poetisa María Mercedes Carranza, Héctor Abad Faciolince, Germán Castro Caycedo, William Ospina, Zamir Bechara, Laura Restrepo, Gustavo Álvarez Gardeazábal, Jorge Franco, Santiago Gamboa, Fernando Vallejo o Juan Gabriel Vásquez, entre otros. 


Foto de Ricard Marco Muñoz

Sus libros ocuparon 4 vitrinas de esta exposición que se complementó con una muestra de documentos, manuscritos, mapas y folletos anteriores al siglo XX que exploran las relaciones entre la Nueva Granada, Colombia, España y Cataluña. Por ejemplo, allí estaban unos documentos relacionados con el misionero jesuita San Pedro Claver, el recordado y querido apóstol de los negros, nacido en Cataluña. También unos diarios de navegación, documentos cartográficos y otras piezas bibliográficas que, como los libros de los escritores colombianos, permanecen en los fondos de la Biblioteca de Cataluña para su consulta.


martes, 14 de septiembre de 2010

“Hay que desmitificar a los niños”

El próximo 15 de noviembre es la fecha límite para la entrega de las obras (cuento o novela) al XVI Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Norma-Fundalectura 2010

El año anterior, en Barcelona precisamente se hizo una interesante reflexión sobre esta Literatura, en las Primeras Jornadas de Literatura Infantil y Juvenil en la Casa América Cataluña. Allí participó el escritor bogotano Evelio Rosero que además se enfrentó a las preguntas de numerosos niños que no sólo habían leído algunas de sus denominadas obras juveniles sino que tuvieron el gusto y el valor de representarlas frente a él.

Rosero piensa que los niños son seres humanos que sienten y sufren como un adulto a quienes no se debe embaucar con cuentos de hadas y bosques encantados que nada tienen que ver con su realidad. Con él conversé de estos temas y ésta es la entrevista que les comparto.


Cortesía Casa América Cataluña


 El Diablo visita a Dios. Se la ha caído uno de sus dos cachos y quiere que Dios le haga el milagrito de pegárselo de nuevo en su cabeza. Dios no lo puede ayudar, confiesa que ya no tiene el poder de antes, además está resfriado y con hambre. La solución: ir a un restaurante a la Tierra. Un pato asado los espera, también muchos líos, los dos acaban en la cárcel y perseguidos por la policía aunque al final quedan libres de toda culpa y con el ánimo dispuesto para comerse un buen caldo de cachos de Diablo, jugar ajedrez y escuchar las poesías que Dios declama en voz alta.

Los aplausos se escuchan en el auditorio, los niños del colegio SES El Vern de Barcelona finalizan la presentación de esta obra de teatro, ‘Ahí están Pintados’, del escritor bogotano Evelio Rosero Diago. El motivo: las Primeras Jornadas de Literatura Infantil y Juvenil Latinoamericana en la sede de Casa América Cataluña.

Evelio mira satisfecho la actuación de los niños. “Yo creo que hay que desmitificar a personajes como el Diablo, como Dios. Lo hice como una especie de rebelión porque cuando era niño vivía perpetuamente asustado de los cuentos sobre el Diablo con los que los adultos pretendían acostarnos o amedrentarnos para que no molestáramos o no pensáramos, para que no fuéramos libres. Esa especie de rebelión, creo que es la que he trabajado en mis temas para enseñar a los niños a ser más libres y a no dejarse encadenar por el mundo del adulto”.

También piensa que hay desmitificar al niño: “El niño es un ser humano que padece y sufre tanto como cualquier otro adulto y esa literatura para niños de ángeles, donde el niño está siempre ensoñado en un bosque encantado, para mí es deprimente, no es verídica y está mandada a recoger. Muchos escritores creen que escribir para niños es repetir cuentos de hadas y me parece que están haciendo mal, los niños sufren y aman, también sienten el deseo vital, la sensualidad. Yo sólo le pido a quien me escuche que piense en su propia infancia, en su primer amor, eso es tan intenso como el enamoramiento de cualquier adulto”.

Un día, cuando tenía 20 años, Evelio recibió la visita sorpresiva de sus sobrinos que le indagaron sobre la larga ‘carta’, una novela en realidad, que escribía. Con su curiosidad infantil, la tomaron entre las manos pero ella no les inspiró más que un bostezo. Eso significó para él un reto, escribir textos que los distrajera cuando visitaran a la abuela, así surgió su primer libro de cuentos para niños, ‘El Trompetista sin zapatos y otros cuentos para poco antes de dormir’.

Sus sobrinos crecieron y Evelio aún escribe estas historias infantiles y juveniles: “Me cuento esos cuentos, esas historias que yo hubiese querido soñar y leer cuando era niño. Yo creo que es ahí cuando aparece un cuento como ‘La Pulga Fiel’, ‘El Regreso del Mago’, la misma ‘Cuchilla’, que ya es una novela para preadolescentes, o ‘Pelea en el Parque’. Son recuerdos de infancia, una memoria de mi época de niño que yo he recreado a través de la Literatura y que yo no sé porqué mecanismos inconscientes, literarios, la escribo con esa ensoñación juvenil, infantil y por eso mismo se origina un lenguaje transparente que es lo que yo considero diferencia a la literatura para niños de la literatura para adultos: no hay compromisos ideológicos, no siento barreras académicas, de información, históricas, me libero de todas estas ataduras del mundo del adulto para acceder a una literatura plenamente veloz y transparente, liviana, que llega al corazón del hombre, a todos los públicos”.



Cortesía Casa América Cataluña


El ganador del prestigioso premio del diario inglés ‘The Independent’ (su novela ‘Los Ejércitos’ fue escogida como el mejor libro de ficción traducido al inglés durante 2008) prefiere no referirse a la Literatura Infantil, cree que no existe, en su lugar escoge el término ‘Literatura Transparente’, es decir, la Literatura para todos los públicos. Él piensa que la Literatura es una sola, lo demás son inventos comerciales: “Ya lo decía Borges que esto es una invención de las editoriales a mediados del siglo XX que pretendieron abrir como un campo comercial exclusivamente dedicado a los niños. Por ejemplo, Melville no pensó que estaba escribiendo con ‘Moby Dick’ una novela para niños, sencillamente escribió ‘Moby Dick’, igual Julio Verne y otros grandes escritores que ahora los leen los niños no escribieron pensando en dedicar, dirigir su obra a niños”.

Evelio Rosero tampoco lo hace, simplemente escribe un tema por el interés que despierta en él. Luego encuentra el tono, la forma y el lenguaje más adecuados para contar esa novela o cuento. Cuando el resultado es un tipo de ‘Literatura para todos’, “el trabajo de lenguaje es distinto porque siento que trato de acceder a un lenguaje transparente donde no recurro a experimentaciones lingüísticas o metafóricas que sí me asoman cuando trabajo un texto erótico, por ejemplo, o simplemente de reflexión”, explica.

Sus primeras tres novelas: ‘Juliana los Mira’, ‘El Incendiado’, y ‘Mateo Solo’ trabajan el mundo de la infancia y la adolescencia aunque para su autor no son textos que precisamente le interesen a un niño. “Eso quiere decir que no son novelas dirigidas a los niños, ahora bien puede existir un niño que lea esas novelas. Yo tenía 10-12 años cuando leí ‘Madame Bovary’, sin embargo me interesó tanto su tragedia como, al mismo tiempo, la lectura de ‘Viaje al Centro de la Tierra’, ‘20 mil leguas de viaje submarino’, creo que en eso radica la diferencia, en la llegada del libro a determinado público”.

Confiesa que el libro que siempre recomienda en los talleres para niños es ‘El Coronel no tiene quien le escriba’ que piensa puede ser leído, sin problemas, por un niño de 8 años sin que sea un libro para niños. “Fíjate la ironía, ese libro está escrito de una manera tan clara, tan precisa, que puede ser degustado por un adulto o por un niño”.

Al hablar de ‘Literatura Transparente’ recuerda que el primer libro que lo deslumbró de niño fue ‘Robinson Crusoe’, de Daniel Defoe. Luego siguieron las obras de Julio Verne, de Jack London.

De los autores de Colombia reconoce que no se sintió atraído por Rafael Pombo, aunque sí por el escritor manizalita Arturo Suárez quien publicó una serie de textos sobre leyendas de Antioquia. Precisamente, en una de ellas el diablo pierde a los naipes con un arriero. Ese tipo de historias lo influenciaron, lo mismo que las contadas por el escritor italiano Emilio Salgari, así como las ‘novelas para adultos’ de los escritores rusos del siglo XIX (Dostoiewsky, Turgueniev, Gógol, Tolstoi, entre otros) y de los autores del boom latinoamericano.

Con estos maestros literarios y su trabajo incansable aprendió el oficio de escritor, a ensamblar y contar historias, a construir un camino muy personal en la Literatura. “Las intenciones moralistas, la conclusión de enseñanza, no me parecen adecuadas. Yo creo que no busco enseñar, ni moralizar con mis cuentos, sencillamente mostrar una realidad, un aprendizaje, una experiencia que yo tuve o que imagino y comunicarme con ese ser espiritual que todavía no ha sido contaminado y que se llama niño”.

Él que ha ganado y sido nominado por muchos de sus libros ‘infantiles y juveniles’, hoy siente el vacío de no poder escribirlos: “Hace tiempo que no escribo para niños, he perdido esa alegría, yo quisiera volver a sentir ese entusiasmo de sentarme a escribir de esa manera y no me llega, no sé qué ha pasado, seguramente la misma realidad del país. Fíjate en ‘Los Ejércitos’, en ‘El Lejero’, son novelas ubicadas en la Colombia de hoy, el dolor del país que me ha avasallado, yo no sé si precisamente por ese dolor ahora me es imposible escribir para niños”, concluye.



 





martes, 24 de agosto de 2010

Bolívar, la estatua vuelve a la vida

El director de teatro Omar Porras explica cómo gestó 'Bolívar, fragmentos de un sueño', la obra de teatro y música colombiana que recrea la vida del Libertador. Con el escritor William Ospina recuperó los pasos del Libertador para construir un Bolívar que vive en el presente. Después de su inauguración el 18 de junio en Francia y su paso por Barcelona y Colombia, la obra continuará su gira por Europa en septiembre


Foto de Josep Aznar
                      

Bolívar yace en su lecho de muerte. Uniformado como en sus mejores batallas parece escuchar plácido la música llanera que inunda el escenario, “que esta historia de Bolívar es también la historia tuya”, dice el narrador encarnado en Omar Porras, el actor, el director bogotano de la obra de teatro ‘Bolívar, fragmentos de un sueño’. Sus palabras, inspiradas en los textos del escritor tolimense William Ospina, presentan a un Libertador que trasciende el tiempo y que hoy quiere reivindicar su lugar en el bicentenario de la Independencia de Colombia.

El artista bogotano Pedro Quijano pintó el cuadro ‘La muerte del Libertador’ y Porras lo trasplantó y recreó en el escenario para iniciar la narración de esta obra teatral que no pretende una reconstrucción histórica de la vida de Bolívar sino la puesta en escena de algunos de sus momentos vitales, de un Bolívar que se resiste a ser tratado como una simple y sucia estatua de piedra. “Me di cuenta que nuestro Libertador se convirtió en una estatua hipócrita y silenciosa”, reflexiona Porras.

Tal vez por eso aceptó el reto de bajar de su pedestal a esa estatua cagada por los pájaros, de arrancarlo de las pinturas y de las páginas polvorientas de los libros para devolver a la vida a un Libertador que tuvo grandes aciertos pero también grandes errores. “No lo juzgamos. Más que hacer un fresco histórico, se trata sobre todo de encontrar a Bolívar el hombre de hoy en día, el hombre cotidiano, el hombre quizás del presente”, dice Porras minutos antes de su presentación en Barcelona.

Y ese Bolívar del presente se aventura en el 2010 a leer su Carta de Jamaica en el marginado barrio El Cartucho de Bogotá ante la indiferencia y el cansancio de los indigentes que terminan echándolo a patadas y arrinconándolo en una calle oscura como a cualquier ilustre desconocido. “Mi manera de interrogar a Bolívar –añade Porras- es mi manera personal. La obra de teatro no es para encontrar la verdad”.

Porras construye un Bolívar polémico que como si estuviera en plena campaña libertadora cuestiona la sumisión del Hombre actual: “Ustedes están acostumbrados a la esclavitud porque la servidumbre se vuelve costumbre”.

El narrador recorre la obra con la suficiencia de un demiurgo que une pasado con presente, lo real con lo mítico. “Bolívar está muy ligado a los mitos. Por ejemplo, en él se encuentra el mito de Moisés. Como él subió a la montaña a buscar una ley para su pueblo y cuando bajó fue traicionado, criticado”, dice Porras que acompaña sus palabras con los sonidos que le arranca de manera desprevenida a su rascador musical.

Con William Ospina recorrió durante más de 2 años los pasos de Bolívar por Europa y América, pasaron por selvas y ríos, profundizaron en la región del Orinoco y del Llano y rescataron no sólo algunos de los mitos presentes en la vida del Libertador sino también la música que llevaba en sus entrañas. “Hicimos un viaje musical por donde Bolívar ha podido pasar. Bolívar el caribeño, el hombre que se crió en las montañas a caballo, llevaba la música por dentro. Y era imposible hacer una obra de Bolívar sin un paseo, sin un pajarillo, sin un ritmo llanero, sin un ritmo caribeño básico”.

Los monólogos de Simón Rodríguez, maestro de Bolívar; del prócer Francisco Miranda; de Manuelita Sáenz y de otros personajes se combinan con el folclor de la Costa Pacífica o Atlántica, con la música llanera o vallenata. El Hombre de las Dificultades se encarna en este escenario en los hombres y mujeres latinoamericanos que reivindican su canto moderno de “yo soy rebelde porque el mundo me ha hecho así…”, que luchan por su sobrevivencia y por romper las cadenas de la esclavitud.

Por eso la estatua de piedra del Libertador termina rota y destruida en el suelo y en su lugar resurge, como en un sueño mítico, el Bolívar de hoy, el de carne y hueso que se levanta de su tumba para compartirnos los ‘fragmentos de un sueño’.


CALENDARIO 2010 - 2011

• Suiza - Meyrin. 28 septiembre al 10 de octubre 2010
• Francia - Chambéry. 14 y 15 octubre
• Francia - Annecy. 19 al 21 octubre
• Mexico - Guanajuato. 28 al 30 octubre
• Francia - Villefontaine. 9 y 10 noviembre
• Francia - Nantes. 17 al 20 noviembre
• Suiza - Monthey. 1 diciembre
• Japón - Shizuoka. Verano 2011

jueves, 19 de agosto de 2010

En recuerdo de Saramago

Hace un poco más de 4 años tuve la fortuna de entrevistar o, mejor, de charlar con el escritor portugués José Saramago. Faltaban pocas semanas para las elecciones presidenciales de Colombia y algo más para las correspondientes de México. Por eso la charla se centró en esos temas. Hoy en recuerdo y honor al maestro muerto quiero que ésta sea la primera nota que publico en el blog.


José Saramago habla un español lento, pausado, con un sabor portugués que mastica en cada una de sus palabras. A veces parece que su voz se pierde en un giro ininteligible, luego reaparece con contundencia para golpear con toda la fuerza de sus ideas.

Su compromiso siempre ha sido con las palabras, con las que escribe y las que pronuncia. Siempre está dispuesto allí, donde hay una causa que requiere su ayuda, en una plaza pública o frente a un auditorio de estudiantes que como los de la Universidad Autónoma de Barcelona escucharon su charla anecdótica y seria sobre las relaciones entre autor y traductor que en su caso es su esposa, la española Pilar del Río.

Luego de los aplausos parecía cansado, “no tengo tiempo para nada ni siquiera ahora”, pero como un maestro de clase que entra en confianza con sus alumnos accedió a hablar unos minutos de la política latinoamericana y, en especial, de la colombiana, de las próximas elecciones presidenciales, de las FARC e incluso de los indígenas americanos.


¿Cómo analiza las próximas elecciones presidenciales en Colombia?

Es una coincidencia pero es así, yo hice una declaración de apoyo a Carlos Gaviria que ha sido leída en el mitin de la plaza de Bolívar por Laura Restrepo. En este momento, según tengo información, Carlos Gaviria está con el 24%, lo que sería importante es que se acercara más, todo lo que pudiera, a la intención de voto de Uribe y que en la segunda vuelta, si hay una segunda vuelta, si Uribe no llega al 48 o 49 %, Carlos Gaviria pudiera realmente encadenar un movimiento de opinión que lo llevara a la presidencia. Yo creo que Carlos Gaviria sería, como lo he dicho en esa declaración por lo que sé y conozco de él, el presidente que Colombia necesita.

¿Qué pasará si sigue Álvaro Uribe en el poder con respecto a los procesos de paz con los grupos guerrilleros?

Bueno no sé lo que pasará, lo que Álvaro Uribe ha hecho hasta ahora, en el fondo, es dialogar con los paramilitares, que algunos de ellos se han desarmado y todo esto no sabemos por cuánto tiempo pero el problema central se mantiene intacto. En primer lugar está el problema de los secuestrados, es decir, las FARC no pueden estar viviendo del secuestro, eso no tiene ningún sentido. Hay gente secuestrada hace 7 años y no han cometido ningún crimen, ¡secuestrados durante 7 años como si estuvieran en la cárcel!, eso tiene que resolverse.

El problema de la necesidad de cambio no sólo es del estado colombiano, es también de la guerrilla. En primer lugar tiene que decir qué es lo que quiere realmente, además vivir del secuestro y del narcotráfico no me parece algo muy digno de un guerrillero. Los que llamábamos guerrilleros eran gente con una dignidad personal e ideológica y todo eso yo no le encuentro en (sic).

En los diálogos con la guerrilla, en ocasiones falta una persona que una a las partes. ¿Usted estaría dispuesto a servir de puente entre la guerrilla y el gobierno?

Mire, si yo pensara que eso tendría alguna utilidad lo consideraría como algo de lo más importante en toda mi vida, pero no pienso que eso (sic). Lo que se necesita es sentido común.

Latinoamérica vive un proceso de cambio a la izquierda. ¿Cree que esto se dará tarde o temprano en Colombia?

Puede ocurrir, pero hay algo que puedo decir, por otra parte, que desde mi punto de vista es importantísimo: la emergencia con los indígenas. Yo creo que América, América hispánica por llamarla así, cambiará cuando las comunidades indígenas tengan la importancia que deberían tener. En el fondo los indígenas eran los más antiguos, los dueños de la tierra, y han sido expoliados, robados, humillados, todo eso. América tiene que cambiar, no para quedarse en una apariencia de cambio que tiene que ver con cambios políticos, ideológicos de los que efectivamente gobiernan. Es, sencillamente, tener en cuenta la insistencia de la comunidad indígena que lleva hace 500 años sufriendo y sufriendo y sufriendo, caso de Guatemala, la población es 50% maya y ¿qué presencia tienen ellos en la vida de Guatemala? Ninguna.

Pero América ya está cambiando

Está cambiando, claro, pero mira lo que está pasando en Chile con los mapuches. En este momento están unos cuantos en una huelga de hambre porque se les aplica una ley antiterrorista que es una cosa extraña. Los mapuches no quieren robar, su territorio histórico está reducido 6 o 7% de lo que había antes. Benetton, las multinacionales han robado todo aquello con la complicidad no quiero decir, con la indiferencia con algo que no me parece muy recomendable pero está (sic). Y llevar creencia (sic), es decir, que los respeten, la reivindicación, a lo mejor no quieren que se les devuelva el territorio.

También hay elecciones presidenciales en México el 2 de julio, ¿qué piensa de este proceso?

Creo que está claro para todo el mundo que México necesita una vuelta, que se transforme porque los candidatos serían en el fondo más de lo mismo y México ya está harto de más de lo mismo: corrupción política, toda la forma del caciquismo de gobernar, no sólo del estado central. Se necesitaría una revolución en la mentalidad, no estoy hablando de revoluciones largas o militares o insurrección civil, no hablo de eso, hablo de una revolución de la mentalidad mexicana. Yo conozco a López Obrador, creo que sería un buen presidente para México. Él podría abrir el tiempo y el espacio para esa revolución, que si alguna vez ocurre no será de la noche a la mañana, es un trabajo lento, de generaciones, pero si el pueblo mexicano encuentra el líder consciente, honesto, que rechace y elimine la corrupción del cuerpo social mexicano pues sí está en el pueblo.

Si gana López Obrador, ¿se fortalecerá aún más la izquierda en América Latina?

Sí, cierto, pero cuando yo oigo decir izquierda no sabemos de qué estamos hablando. La izquierda europea, por ejemplo, en el fondo hace política, sobre todo en lo económico, de derecha, el problema está ahí.

¿Qué piensa de la actitud de los intelectuales en los cambios que se suceden en América Latina?

Los intelectuales están muy callados. Hay excepciones, naturalmente, pero no me doy cuenta que haya en este momento una presencia y opinión de los intelectuales latinoamericanos a la altura de lo que a mí me parecería necesaria porque América Latina está en un proceso de tal forma interesante, que es lo mínimo que se puede decir, y que puede sustituirse por la palabra apasionante. Me doy cuenta que los intelectuales de los distintos países están como si esperaran a que todo se resuelva para luego, no lo sé, no es que los intelectuales tenga siempre la razón porque no la tienen pero llamaría la atención, movería las conciencias. Yo, por otra parte, no tengo que estar dando la opinión sobre lo que hacen los demás.